La Patria. Julio Cortázar.



Es un poco extenso para la vorágine que plantea lo digital, pero traten de detenerse un segundo con este texto.






La Patria


Esta tierra sobre los ojos
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.
Pobres negros.
Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas,
escribanos, centroforwards livianos, Fangio solo,
tenientes primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales,
obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, trucos,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en pelea,
si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.
Liquidación forzosa, que remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano
mientras las viejas lloran el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres negros que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo, en Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.

Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.
Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir, mañana
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quebrando un horizonte de bañados.

Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero,
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.

Razones de la cólera - Bs. Aires - 1951 / París - 1956
Julio Cortazar


Por último y por sino tuvieron ¿tiempo? para leer. Recitado por un conocido cantante.

2 comentarios:

Unknown dijo...

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Anónimo dijo...

No podía ser ningún otro que no fuera el gran Julio, el que escribiese algo así. Si yo tuviera que transmitirle a alguien lo que el concepto de patria encierra, recurriría a este poema sin dudarlo un sólo instante. Y no sólo tiene que ver con mi poca objetividad y mi amor ciego por Cortázar, sino más bien con reconocer que alguien, pudo entender la patria, o mejor dicho, el sentimiento de patria, como un sentimiento de pertenencia, totalmente alejado del uso fascista al que estamos acostumbrados, se le de a esta palabra.